Alice in der land

Alice in der land

sábado, 31 de enero de 2009

Aviso

Mis estimados lectores tácitos (ya que sé que están pero son imperceptibles en los comments):

He cambiado la dirección de mi blog por lo cuál este, y los otros tres, dejarán de estar vigentes. No voy a dar de baja los blogs ya que luego recibo reclamos de personas varias -o Cex- que detestan profundamente perder todas mis producciones anteriores.

A quién guste de seguir mi blog, le ruego envíe un mail a icemaniqueen@gmail.com o nswirth@gmail.com para solicitar mi nueva dirección en la Bloggósfera. Si no es molestia, requeriría que se presenten o, en su defecto, me pasen la dirección de sus blogs actuales así puedo conocer un poco más de aquellos que me frecuentan.

Agradezco estos años de compañía y seguiré escribiendo, como es usual, todo lo que siento y pienso sin restricciones.

Muchas gracias :)

domingo, 16 de noviembre de 2008

Relato sobre relato.

Imagine que alguien escribe estas líneas, imaginando que soy yo y usted es el lector. Estamos conversando, sentados en un banco de madera rústica, bajo de un Arce en día de invierno. Buenos Aires, empedrada calle en San Telmo, nos asedia la luz partida de un viejo farol. Hoy esta conversación y mañana, allí, en algún cuarto de una habitación sigilosamente guardada, abre páginas blancas y echa mano sobre el relato. La imaginamos ahora, nos imagina a nosotros.
Imagine que ella imagina a un lector que la imaginó imaginándonos. Él lo leerá, con sus manos tiesas y su piel translúcida. Lentamente, su respiración se contendrá, exhalará más profundo y el aroma penetrante del pensamiento del otro se infundirá en su miedo.
¿Sabe cuál es el fin de la escritura? Pensar el pensamiento de otro, y que nuestro pensamiento sea, a su vez pensado.
Ahora ella visualiza cómo la lluvia empieza a deslizarse por las hojas cuasi plastificadas. El momento se intensifica armoniosamente en el suelo húmedo: las flores blancas caen circulares, acercas tu mirada a la hoja que escribe, piensas que habrá en esas páginas dichas, ves un banco a lo lejos.
Su cabello baja lentamente sobre sus senos. La luz partida del farol florece sobre su rojo cristal, acaricia dulcemente la página, mira la segunda línea y levanta la vista. Te ve a lo lejos, observándola. Un susurro de creatividad recorre su piel. El escalofrío entre sus uñas escarlatas gime el final:

Tú escribes sus palabras besadas. Ella recuerda tu silencio en el relato ahora escrito, cuando la observaste en el momento quieto, ella te sabía y vos a ella, la noche alcanzaba su esplendor en la realidad consumada. En el aroma de un sueño embebe, todas las palabras que la música que profesa.

viernes, 17 de octubre de 2008

No reflection

Dejó la casa de cristal tras un basurero,

olfateó a los poetas muertos.

Maulló al viento limpiara los pasos de triste tiempo,

se llevó a Buenos Aires en su escote efebo.

Blandió el perfume de la mar en senos,

besó las hojas de un mudo cuaderno.

Le dijo a la brisa que quiebre el placebo,

saboreó el néctar de sus prominentes adentros.


Creyó escatimados recursos anzuelos,

furiosa abrasó su carne arreciendo.

Quebró su himen de hembra en celo,

elevando su tallo de terciopelo.

Ella miró a través del espejo,

sabido cristal pues no vió reflejo.

Puso sus pasos sobre el recuerdo,

estrellas sulfurando a la luna en su cuerpo.

Desvistióse de piel erízó estela y misterio,

la noche encandece si en Ella no hay secretos.

lunes, 14 de julio de 2008

El deja vú es un modo de arte: desvelar a la realidad, saber que antes de que uno lo supiera, había una certeza esperando el suspiro exacto en el que notamos que sabíamos desde antes.

Fue la calidez de las sábanas añejas a su compra en mis memorias. O la piel evocando mis párpados cerrados esperando el lugar desnudo, su virilidad adentro, las palpitaciones apagándose porque ahora la tranquilidad. Sentir hogar. Reconocer reconocerlo desde antes.

Flash de niñez onírica y observando los sentidos que dicen, me escondo en los recovecos de la hembra oculta en aquello que sabe: ¿qué más había?

Las sábanas son familiares. El modo por el que reflecta el sol. Su voz pero la palabra que sondea, monótona, mi cabeza: cocina.

Podrían haber sido las persianas, pero la sensación respirada y mirar abajo. Algunos nombrarían tendencias suicidas mientras alguien, incómodo, reiría. Ella perdería la mirada en un punto, rememorando macetas intensamente rojas.

Qué más había sobre la imagen de hojas rociadas, sobre la mesa del patio interno y la vecina maullando un alarido estremecedor y congelar el recuerdo en maullido, abrir la ventana del patio interno, observar hacia abajo hasta delinear la silueta perfecta del error cometido.

Los maullidos cesaron en el eco de sus paredes.

sábado, 1 de marzo de 2008

Este título podría ser de nadie, pero es tuyo (porque todavía... )

A veces no saber si las caricias siguen rozando el aire.
Si (ella) todavía respira consciente, o si lo hace inherente hace tiempo.
Poder ver mi imagen reflejada pensando si podré traspasarla a través de las letras. Entonces todo ese tiempo.
No haber estado.
Ella se fue o yo, no importa, porque entonces siendo feliz mientras mis lágrimas... y todo lo que queda ahora es el aire que respiro.

Ella llora.

Yo la miro. Quizás porqué. Pero quizás, y tan solo, para que sepa que este título podría ser de nadie, pero es suyo.

viernes, 22 de febrero de 2008

The nightmare behind reality

La tenue luz se filtraba por la puerta. Ruidos ahogados, almohadas sobre su cabello acariciando el éxtasis silenciado, penetrando él el pecado, mientras yo entornaba esa puerta tan muda cómo mi respiración destripada por la opresión de saberlo dentro de su mirada y entonces sus ojos. Entonces los míos ya no míos, deslizando las cortinas de mis lágrimas para no observar lo que transpolaba mis respiración ausente sobre un te amo.

Entonces te amo evanescente porque las pupilas de él posadas sobre el reverberar de sus ojos de cortesana cordial de favores. Entonces, por favor, sé creíble. Hazte de aquél sueño que es la increíble realidad –aunque no lo creas- porque estuve y estabas y me quebraba y no importaba, le dijo.

No, no importa, no lo sabrá. Si el corazón siente los ojos no ven. Ya sé, sé qué dicen. Aún así seguimos jugando hacia el mismo punto, otra vez volver a soñar que esta vida, que no es la misma, es un sueño porque el sueño es, en realidad, la vida en símbolos. Sí, está ahí, pero dónde, cuándo. Entonces no, no es posible o sí lo sería (lo piensa mejor). La realidad es que nos sumergimos en un interminable abismo (como interminables infiernos) de irrealidades tan reales que ahora, acá (y acá cuándo está despierta, también) es irreal.

(Ella sabe que no, que quién mira para arriba utiliza su lóbulo derecho. Creatividad, entonces la puta de la creatividad, algo tan simple cómo imaginar el modo de controlar las pulsaciones que de repente controlan esa ¿suerte? de felicidad en la mentira que hará feliz a, para ustedes, su Dama. Pero duda, bromeando; qué mejor forma habrá de bromar, se pregunta ella cuando él le acaricia el pelo. Pero no le tiembla la mano. Entonces, no le tiembla la mano. Por eso ella. Muñequita de, gracias).

Pasa, repentinamente, de una canción extrema (cómo hirviendo su sangre a fin de que no hierva su irracionalidad pseudo masoquista –aunque todos sabemos que pseudo es obsoleto-) a el suicidio musical. Entonces ahí o antes, pero antes tenía que ser para justificarlo con ángeles que merecen morir, decide que no hay tanta verdad en sus palabras.

Quizás por eso la paranoia o la paranoia quizás sea la qué. Pero ella sabe cuando esa mueca delinea las palabras inexactas, huecas pero no vacías, porque también habla su mirada evasiva cuando, piensa, no lo observo. Habla. Dice que entonces no, que entonces para qué, pero que entonces si desconfiar sería como amarnos y también cómo delinquir el pensamiento que, obseso, penetra él aroma de las lágrimas que, congeladas, censuraban mis ojos por la autor declara que la declaración de otros fue: no podrás ser querida.

A veces despertar temblando, recordando que el onceavo mandamiento, cuando el sueño que traspasó los párpados para imbuirse en los huesos, cala todo el calor de sus brazos rodeándome. Empezar a temblar y asirlo fuerte para que no se vaya, para que su silencio y su calma onírica me juren que no, que el sueño murió con el fuego con el que me observa, solo cuando es real la irrealidad que no quiere morir.

Por qué.

domingo, 3 de febrero de 2008

God doesn't trust in me, either.

Se despertó con el sabor del alba sobre sus dedos. La cama desnuda, abrazando el suicidio de la noche pasada. ¿Se puede morir en un sueño? Allí dónde lo abrazaba a él, dónde decidía que las almas se vayan juntas, ahí cuando te despertás y das una bocanada de oxígeno, impávida por anonado, de saberse viva y tocando su piel, su respiración sobre el propio cabello y no haber muerto aquella noche, antes de saber que él era él.

¿Creer en el derecho al suicidio? Suicidándonos por alguien, entonces, ¿por qué no vivir para alguien? Fusiones, tantas veces en físico-química y entenderlas del modo más relativista, pero el único que se siente real.

Dos cuerpos o las sábanas, el aroma a piel y el sueño del infierno, el propio infierno forjado en el cielo, la crueldad de la perfección y el sabor del oxígeno cuando besamos el recuerdo.

Así, como perderse en la obscuridad de una calle luminosa, meterse en aquél recoveco y soñar en violar una casa hasta sentir que se tiene una y ahora no importa, ni la oniria ni vivir un sueño.

Ni haber soñado esto.

Ahora todo es más real.

(y los ángeles no merecen morir)