Parece que en principio ella no se mueve porque, perra que levanta la cola suave cual corsario riendo las notas del alcohol de las diez, entonces qué linda mirada pero te dice que vamos, que terminó la hora y porqué porque yo no pretendo jugar al juego que vino viniendo. Ella se levanta y caja de maquillajes, primero el rimmel, siempre el rimmel porque ojos pintados y pasame el vino por favor, pero tomá nota que a las diez se termina la hora y para qué si vos no te vas a horario nunca. Dale, te gusta el juego, sí está bien y gracias pero ahora escuchemos un poco de Chico Buarque. Ella empieza a moverse como arremangada de piel con ese amuleto perfecto que es lunar y te gusta chico buarque, y para qué si después empieza a contar del viaje a Brasil y yo me siento Alejandra la imbécil que nunca conoció más allá de sus narices a la perra muerte y porqué la perra muerte qué pasame la botella y está bien fría, así me gusta y ahí la mano, quedate así como cuando viene esa ola de frío en un invierno del 1997, al lado de la estufa que se apaga con las ráfagas y las burbujas del vino y bien porque en el viaje conocí a Eduardo. Pero entonces qué cuál es el sentido de Isabel? Porque entonces pasame un scon, porque entonces dale que se termina la hora y tengo que volver a las sabanas, pero no, quedate, quedate a dormir, te querés quedar y que después pero no pasa nada, muevo las manos y onduleo y querés cafe, pero entonces ella te explica que el trayecto es largo, que un hombre es un pene, un pene es un hombre, es un gato ajeno o un amuleto perfecto como aquel lunar negro que se lleva siempre pero nunca se ve porque entonces es lo mismo que construir una historia sobre Cortazar y Alejandra conociéndose en una calle de París y ella soñando con caer al Sena y el salitre en la boca y eso, eso es un hombre, pero qué hasta donde llega la espiral de historias nadie lo sabe porque la música sigue y si te gusta Chico Buarque, y no, no me gusta Isa, y entonces pido un champagne para la habitación 8, son como las burbujas que suben pero nunca se sabe el trayecto que sigue una noche como esta, cuando me acerco al hogar de leña y ella me pasa una mano por la parte interna de los muslos y sube y le desprendo el corpiño como si tuviera un delicado film de vida entre mis manos, cómo cocinar de repente a una Princesa y si ella lo sabe, todo es solamente cadáveres de la inocencia porque entonces abre su cartera y saca un collar y suena la música de fondo y es la onceava Romanza de Dvorál mientras que los violines se parecen a aquel que fue la última vez que Isabel decidió que ya era hora.
Está bien, deslizo las bragas por entre tus piernas por si las dudas ahora mis dedos se mueven con la autosuficiencia del alcohol entremezclado con la ironía de tenerte acá, porque sé que te irás, dime que haces en un paraje a mitad de la vida con una mina como yo, que no sabe bien que es lo que es vivir o quizás sí pero tu no lo entenderás y tus pantimedias están rotas Isa, pero no importa porque las burbujas del champagne curan todo, dale, llorá, llorá en mi regazo y quedate dormida, no importa el tiempo porque entonces podemos seguir la historia en donde te quedes, ahí quietita y congelada en mi regazo, llorá Isa, llorá. Parece qué las gotas de agua se evaporan ni bien mis ojos, pero sí, es así porque el llorar es un acto esporádico de la humanidad, para que algo no sea constante, para que yo no sea constante y ahora querés tomar el licor de café: pasame el vaso. Pero qué cuál es el sentido de tomar y entonces Macedonio Fernandez en sus delirios te hablaba a mí y a vos, entendés Alejandra y sí y si no está bien, vamos a la esquina por un séptimo…No, basta, ya tomaste mucho pero entonces pasa la hora y son las diez y dijiste que basta y porqué basta si sigo y ahora te pongo una mano en la cintura y Piazzola de fondo con La Cumparsita mientras me seguís el paso porque el séptimo regimiento no, no es suficiente, nos movemos, izquierda, atrás, atrás, derecha y seguí el ritmo Isa porque no se termina la noche, no, mirá qué no, el 206 pasa a toda velocidad y decide que no valemos la pena, que no nos va a llevar a los confines como uno de los desconocidos para después jugar, y qué eso es la inocencia, está bien, un par de pantimedias y chicho Buarque sonando de fondo o quizás el bandoneón pero se pierde en el relato que te hago de la noche sin nombre, movete, eso, movete al ritmo del violín Isa, porqué Alejandra, pasame el champagne que se apagan las gotas pero no, ahora el alma tiene ese sentido de penumbra en mis dedos, ahora te tengo, ahora tu cintura es la mía y nos movemos al compás pero parece que empieza a detenerse y pero no, y qué seguí pero bueno está bien, es como las burbujas del champagne que suben y se disipan o un archivo que se perdió en el alcohol o un par de balbucéos inofensivos, así, como yo poniendo mi mano en tu entrepierna y el reloj dando las diez. Sube y punto.
Sube.
Punto.
Está bien, deslizo las bragas por entre tus piernas por si las dudas ahora mis dedos se mueven con la autosuficiencia del alcohol entremezclado con la ironía de tenerte acá, porque sé que te irás, dime que haces en un paraje a mitad de la vida con una mina como yo, que no sabe bien que es lo que es vivir o quizás sí pero tu no lo entenderás y tus pantimedias están rotas Isa, pero no importa porque las burbujas del champagne curan todo, dale, llorá, llorá en mi regazo y quedate dormida, no importa el tiempo porque entonces podemos seguir la historia en donde te quedes, ahí quietita y congelada en mi regazo, llorá Isa, llorá. Parece qué las gotas de agua se evaporan ni bien mis ojos, pero sí, es así porque el llorar es un acto esporádico de la humanidad, para que algo no sea constante, para que yo no sea constante y ahora querés tomar el licor de café: pasame el vaso. Pero qué cuál es el sentido de tomar y entonces Macedonio Fernandez en sus delirios te hablaba a mí y a vos, entendés Alejandra y sí y si no está bien, vamos a la esquina por un séptimo…No, basta, ya tomaste mucho pero entonces pasa la hora y son las diez y dijiste que basta y porqué basta si sigo y ahora te pongo una mano en la cintura y Piazzola de fondo con La Cumparsita mientras me seguís el paso porque el séptimo regimiento no, no es suficiente, nos movemos, izquierda, atrás, atrás, derecha y seguí el ritmo Isa porque no se termina la noche, no, mirá qué no, el 206 pasa a toda velocidad y decide que no valemos la pena, que no nos va a llevar a los confines como uno de los desconocidos para después jugar, y qué eso es la inocencia, está bien, un par de pantimedias y chicho Buarque sonando de fondo o quizás el bandoneón pero se pierde en el relato que te hago de la noche sin nombre, movete, eso, movete al ritmo del violín Isa, porqué Alejandra, pasame el champagne que se apagan las gotas pero no, ahora el alma tiene ese sentido de penumbra en mis dedos, ahora te tengo, ahora tu cintura es la mía y nos movemos al compás pero parece que empieza a detenerse y pero no, y qué seguí pero bueno está bien, es como las burbujas del champagne que suben y se disipan o un archivo que se perdió en el alcohol o un par de balbucéos inofensivos, así, como yo poniendo mi mano en tu entrepierna y el reloj dando las diez. Sube y punto.
Sube.
Punto.