condenado, papel decía: otra vez el sueño, despertar en un sueño y volver a él y leer interminablemente las mismas letras y lo escribo como testimonio, cómo aquella mujer que hace el amor y guarda el perfume de su amante, o la niña que ve a su ídolo y se disfraza de él y luego ve el disfraz y quizás estas letras sean como eso pero distinto de eso, sencillamente saber que ahora estoy en un sueño porque mañana leo esto y es exactamente lo mismo: los párpados caerán sobre estas letras y el papel se incendiará de ese modo en el que no se consume, de nuevo las mismas letras, de nuevo ella mirándome fijo y la jaula y el ave retorciéndose y de nuevo…
Mientras tanto esas letras se consumían, mientras tanto mi encendedor y lo apago para qué, para que esas letras sean estúpidamente algún tipo de oniria pero no, pero levanto la vista y está ella mirándome fijo y los párpados pesan cual plomo y comienzan a descender, todo se hace más opaco, lentamente el alcohol embriaga el ambiente y todo toma colores, como en aquellos carruseles a ferviente tiempo, risas y alcohol, alcohol y llanto y nada, abrir los ojos para ser una remake del día anterior porque entonces… entonces me encuentro ese papel y vuelvo a leerlo, a prender el encendedor sí pero no, para que atestigüe que ahora quemo el sueño para que no vuelva y lentamente está ella, mirándome fijo mientras enciendo el papel como para que no se repita otra vez, pero el azulado del día se consume con el azulado de las llamas, el sueño en esa gama de colores repetitiva pero que nunca es la misma, solo que sí, gama de colores violáceo, verde, grisáceo, azulado, rojizo, pero nunca jamás despierto. Quizás pasaron dos horas pero sé, han pasado días y días enteros consumidos en un minuto, porque me vuelvo a levantar ahí, con ese papel diciéndome sobre mi regazo estásrepitiendolapesadilla y cómo terminarla?, dale, ahora, poné stop, no replay, aniquilar el replay, aniquilar la vida en una mano pero sigue ella mirando fijo y ahora la llama encendida que llama macabra, dice algo así como no dar vuelta, que el sueño no empiece, que todo siga su recorrido, por ejemplo tomar el encendedor, la llama hipnótica que toca el recorrido de este sueño, jugando suavemente con los párpados, yendo y volviendo a ir, porque no es real (no tiene que ser real) tiene que tener el sabor del final pero
¿qué pasa si empieza pero no termina?
Infinitamente infinitesimal pequeña y herida sonrisa de seguir la pesadilla continuamente, perpetrar sus ojos sobre los míos y sus obscuras pupilas posadas sobre mis ojos perdidos, blancuzco o iris negro, agachando mirada otra vez sobre el papel que sobrevive y me condenada, otra vez, perdonar el papel y empezar a escribir: ahora no, llega el fin del sueño, porque el fuego, porque vos y el fuego, porque el fuego, el papel y vos y la noche que no es noche porque es rojiza, porque quiero despertar y tu morena piel me perturba: (dos puntos) despellejarte.
Entonces se para, la mira perturbadora(mente) y toma el encendedor y lo mueve oscilante frente a sus ojos, pero no es necesario, solo la mente en las palabras queno, solo la mente en las palabras que está bien, que sí, que prender fuego su imagen y seguir y ahora deambula el sueño en rojo, azul, amarillo y líneas negras que se contraponen y parecen aquél cuadro pero no lo son, porque está ella consumiéndose, pura y duramente consumiéndose.
Sus párpados caen sobre el recorrido-oniria o el onírico recorrido.
Ahora es su nombre el único nombre y tiene las llaves del paraíso. Tomar ese papel, está vez en blanco.
Mientras tanto esas letras se consumían, mientras tanto mi encendedor y lo apago para qué, para que esas letras sean estúpidamente algún tipo de oniria pero no, pero levanto la vista y está ella mirándome fijo y los párpados pesan cual plomo y comienzan a descender, todo se hace más opaco, lentamente el alcohol embriaga el ambiente y todo toma colores, como en aquellos carruseles a ferviente tiempo, risas y alcohol, alcohol y llanto y nada, abrir los ojos para ser una remake del día anterior porque entonces… entonces me encuentro ese papel y vuelvo a leerlo, a prender el encendedor sí pero no, para que atestigüe que ahora quemo el sueño para que no vuelva y lentamente está ella, mirándome fijo mientras enciendo el papel como para que no se repita otra vez, pero el azulado del día se consume con el azulado de las llamas, el sueño en esa gama de colores repetitiva pero que nunca es la misma, solo que sí, gama de colores violáceo, verde, grisáceo, azulado, rojizo, pero nunca jamás despierto. Quizás pasaron dos horas pero sé, han pasado días y días enteros consumidos en un minuto, porque me vuelvo a levantar ahí, con ese papel diciéndome sobre mi regazo estásrepitiendolapesadilla y cómo terminarla?, dale, ahora, poné stop, no replay, aniquilar el replay, aniquilar la vida en una mano pero sigue ella mirando fijo y ahora la llama encendida que llama macabra, dice algo así como no dar vuelta, que el sueño no empiece, que todo siga su recorrido, por ejemplo tomar el encendedor, la llama hipnótica que toca el recorrido de este sueño, jugando suavemente con los párpados, yendo y volviendo a ir, porque no es real (no tiene que ser real) tiene que tener el sabor del final pero
¿qué pasa si empieza pero no termina?
Infinitamente infinitesimal pequeña y herida sonrisa de seguir la pesadilla continuamente, perpetrar sus ojos sobre los míos y sus obscuras pupilas posadas sobre mis ojos perdidos, blancuzco o iris negro, agachando mirada otra vez sobre el papel que sobrevive y me condenada, otra vez, perdonar el papel y empezar a escribir: ahora no, llega el fin del sueño, porque el fuego, porque vos y el fuego, porque el fuego, el papel y vos y la noche que no es noche porque es rojiza, porque quiero despertar y tu morena piel me perturba: (dos puntos) despellejarte.
Entonces se para, la mira perturbadora(mente) y toma el encendedor y lo mueve oscilante frente a sus ojos, pero no es necesario, solo la mente en las palabras queno, solo la mente en las palabras que está bien, que sí, que prender fuego su imagen y seguir y ahora deambula el sueño en rojo, azul, amarillo y líneas negras que se contraponen y parecen aquél cuadro pero no lo son, porque está ella consumiéndose, pura y duramente consumiéndose.
Sus párpados caen sobre el recorrido-oniria o el onírico recorrido.
Ahora es su nombre el único nombre y tiene las llaves del paraíso. Tomar ese papel, está vez en blanco.
1 comentario:
Papel en blanco, cosas quemadas, sueños. Encantador.Encantacion.
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